27 octubre, 2008


Y ahora heme aquí sentada y pensativa, porque a mí? Que hare con esos millones distribuidos entre casas, joyas y transportes; la verdad me son cosas vánales, nunca me importo la riqueza tal vez será porque yo con lo poco que he hecho era feliz. Confieso estuve a punto de no asistir si no fuera por esa llamada que recibí… el lunes a las 9 am….

Era uno de esos días, en los que mejor no levantarte; no recordé que eche a Teresa de mi casa…. Y le llamaba con voz petulante.. “Contesta que acaso estas sorda mujer perezosa...Teresa carajo que no escuchas…” pero después de unos segundos de un ingente silencio solté la carcajada; si seré estúpida jajá Teresa no regresara…. total, pero a todo esto de que hablábamos?… a si ya recuerdo aquella llamada era Julián, el hijo menor de mi hombre, porque al final de cuentas eso fue; mi hombre; insistiendo que me presentase a la cita de la lectura; ese chico siempre tenía una manera de acercarse a mí con las palabras precisas, termino convenciéndome el escuincle.

Llegue a aquel despacho; eso sí con mis mejores galas digo si me iba a topar con “las esposas”, tendría que lucir ¿no?.. Una manera de demostrar el porqué decidió darme a mi esos momentos de goce descontrolable, que ricos días aun con el simple recuerdo hormiguea mi entrepierna… a y mi corazón. Ahí se encontraban todos, sus bellas hijas; odiosas pero no dejaban de verse bellas, Julián el menor y Edgar el mayor, aquel hombre que conocí de 24 años un año solo menor que yo; si Julián era buen mozo, Edgar era idéntico a su padre; y mejor aun con dedos intactos, recién leyeron el testamento, las mujeres replicaron, los hombres aceptaron sin gusto el deseo de su padre. Jajá eso si, teniendo presente la clausula quinta del párrafo cuarto: si solo si deseaba compartir algo con sus hijos, con el mandato de respeto de ellos asía mi persona y sería solo lo que yo quisiera donarles; a mí la verdad me daba igual, o total para que negarlo sería buena porque no, una falta de respeto por parte de Edgar como aquella que una vez Fernando le reprendió a Julián. Bárbara su “mujer” por el contrario me miro con una frialdad que la verdad en lugar de irritarme me enalteció; que delicioso momento, aquella que siempre se dio el papel de gran dama se sobajaba ante mi presencia quedando yo como lo que siempre fui y seré una Divina.

Al termino de la lectura y aclaración de los estatutos decidí retirarme del recinto, la verdad lloraba, si para que negarlo, ese momento era como el culmino de mis sentimientos retraídos a ese gran amor que alguna vez sentí por Fernando, al cruzar la calle un amable tirón a mi brazo, era Edgar que me llamaba; al notarlo no me quedo más que agachar la mirada, jamás alguien había logrado verme llorar y esta no sería la primera vez. “Disculpa si te asuste, ¿Alguien te espera? existe algún inconveniente si yo te llevo; creo que tenemos muchas cosas que aclarar”, la verdad en ese momento me sentía muy abrumada así que accedí, todo el camino no logre despegar los ojos de Edgar, era él, era Fernando mi gran amor; al llegar a la casa fue como entrar en un vórtice Fernando regresaba a casa, sin pensar nada me lance a él como siempre que cruzaba esa puerta… “No hables, no susurres, calla hombre déjame amarte y hacerte todas esas cosas que hacen que siempre regreses a mis brazos, a mis muslos, a mi ser….. TE AMO”

FEBE!!!!!!!!!!!! VAS Tarde pero ahí está nenas… Febe te toca lo más sabroso!!!